Hollín, óxido y hambre: La "Quiqueneta" coge velocidad de crucero

El Getafe celebra el primer gol | Getafe CF (Web oficial)

Quique Sánchez Flores tomó las riendas de un Getafe tocado y hundido, como diría Melendi. Un equipo que había perdido la ilusión, la confianza en sí mismo, metido de lleno en una dinámica negativa donde hasta el más optimista de los asiduos al Coliseum auguraba un futuro oscuro y complejo. Pero cuando la familia estaba en apuros, cuando más se necesitaba de la figura de un héroe que hiciese las veces de revulsivo, regresó él, después de unos años alejado de los focos, para demostrar que sigue siendo un entrenador de primer nivel. Unos aseguran que se trata de un taxi, otros lo asocian a un barco y los hay, incluso, que se imaginan un avión: la "Quiqueneta" avanza con todos a bordo.

Hollín, Óxido y Hambre. Los tres descalificativos de Jorge Bustos, vertidos con el fin de menospreciar el fútbol desplegado por el conjunto azulón, se convirtieron en el nuevo lema de la afición. Una que era atea pero ahora cree. Pues el preparador ha reenganchado a los incrédulos, que ahora pueden salir orgullosos del estadio cada fin de semana. Quique es identidad: aquel equipo sumido un mar de dudas y alejado de un estilo reconocible se ha convertido en un conjunto con unas señas de identidad más que reconocibles: construido desde atrás, compacto y tácticamente ordenado, solidario en el trabajo, intenso, pujante y de alto ritmo. No en vano es el equipo que más presiones ha realizado en lo que va de Liga.

La mejora del Getafe se explica, casi en su totalidad, por estos dos motivos: la recuperación mental y anímica del grupo, por un lado, y el compromiso con una idea de juego, por otro. Este fútbol que tan bien entronca con la parroquia getafense, ideado por un líder nato, uno de esos técnicos carismáticos, evoluciona cada día, pues al pragmatismo predominante en los primeros encuentros -con una propuesta basada en el bloque bajo más contragolpe así como en el balón largo y el colmillo a partir de la segunda jugada- se suman cada vez más registros: el equipo ya es capaz de proponer con fluidez a partir del juego posicional, asociarse con criterio y combinar de manera vertical para generar ocasiones de gol. Lo que se ve, por ejemplo, en el tercer gol de ayer noche frente al Granada.

Además, los de Quique se sienten cada vez más cómodos alternando un posicionamiento en mitad de campo, en un bloque medio, con fases de presión alta que dificultan la salida del rival y lo desnaturalizan, impidiendo que se meta en el partido y provocando la pérdida en el balón largo o en esa fase inicial. El encuentro de ayer noche frente al combinado de Robert Moreno es buena muestra de todo lo que venimos comentando. Los primeros instantes del choque transcurrieron con asedio azulón: un equipo local arrollador, con varias marchas más respecto al rival, que trae a la mente la intensidad y el empuje característicos de la era Bordalás. Ello se tradujo en un golazo de Sandro, previa recuperación, regate y asistencia, a base de brío, de un excelso Mauro Arambarri, el comandante.
El nuevo lema | @Slevin_nc (Twitter)

Sin embargo, no tardaría en reaccionar el Granada, con un gol de Luis Suárez que frenó el ímpetu de los locales en una de las únicas ocasiones generadas por los andaluces en todo el encuentro. Estos tenían en su mejor hombre a Jorge Molina, que en el 19' recibía el merecido y sentido homenaje de la que siempre será su hinchada: "Oh Capitán, mi capitán", rezaba la pancarta de los Comandos Azulones, al ritmo de "I love you baby" versión Jorge Molina. El experimentado delantero acaparó las mejores acciones de los de Moreno, bajando a recibir, asociándose con clase, poniendo de cara a la segunda línea mientras arrastraba a los centrales, con importancia en el juego aéreo... como el buen vino, parece que su nivel se mantiene o incluso mejora con el transcurrir de las campañas. Así, la primera mitad llegaba a su fin con un partido equilibrado.

La segunda mitad fue otra cosa: los de Quique desataron la tormenta perfecta. El Granada no fue capaz de igualar la intensidad, el carácter, la energía de los azulones, ganadores de todos los duelos individuales, cada uno de los balones divididos, anticipándose en cada momento a los jugadores del cuadro andaluz... e impidiendo la salida desde atrás de los hombres de Robert Moreno, superados en todo momento. Un ejemplo claro fue Aleñá, jugador más asociado al fútbol-control, al toque, a la combinación, que se vació en la presión y supo lanzar e hilar los ataques. Primero legó el golazo de Ünal, tras un extraordinario pase al espacio de Sandro que solo vio el canario. El turco sigue en racha como pichichi del equipo y ya lleva siete, además de todo el trabajo que aporta sin balón, lo bien que se maneja en el juego aéreo y su habilidad para bajar, retener y soltar, liberando espacios para sus compañeros.

Posteriormente se sumó a la fiesta Maksimović, si se me permite, "el Kanté de andar por casa". La capacidad para presionar, robar y repetir esfuerzos del serbio (el mejor recuperador de la Liga) sigue sorprendiendo partido tras partido, fundamental en el esquema del técnico. Ayer marcó el 3-1 y también asistió. El Granada se encontró con la opción de meterse en el partido a tenor de un desafortunado error de Soria, que derivó en el segundo tanto de Suárez al insistir en la presión sobre el guardameta. Sin embargo, Borja Mayoral, una de las tres incorporaciones del mercado de invierno, se encargó de dejar claro a los tres minutos la cualidad por la que se fijó en él la dirección deportiva: el gol. Movilidad, dinamismo en punta y gol. Con el 4-2 se desataba la euforia en el banquillo y en las gradas.

También dispuso de minutos Óscar Rodríguez, futbolista de buen trato de pelota y espléndido golpeo -puede ser clave en jugadas de estrategia y por medio de sus peligrosos disparos a media y larga distancia-, que, junto al mencionado Mayoral y a Gonzalo Villar, un jugador más presente en labores de organización del juego, con buen manejo de pelota, visión de juego, clase y último pase, deben dar un puntito más de calidad competitiva a Quique. Ellos pueden contribuir a la mejora del Getafe en ese juego en estático, posicional. Un registro que, pese a no ser el principal (las características de Arambarri y Maksimović son vitales en la idea de Quique, lo que hará difícil moverlos del once), supone un recurso interesante y un terreno donde, partido tras partido, el equipo parece sentirse más cómodo.

Los datos avalan a Quique y el Getafe se sitúa con cuatro de ventaja sobre el descenso. 13 partidos que se cuentan por 5 triunfos, 5 empates y tan solo 3 derrotas. Tres victorias seguidas en el Coliseum, su fortín particular. La remontada del equipo se plasma en un dato espectacular: ocuparía puestos Champions, en concreto la 4.º posición, teniendo en cuenta los trece partidos disputados con Quique Sánchez Flores en el banquillo. La hinchada ya tiene a su héroe y la comunión entre ambos es cada vez más fuerte, al tiempo que la "Quiqueneta" (que no importa si es un taxi, un barco o un avión) avanza a velocidad de crucero, con el técnico que ha despertado Getafe y le ha devuelto su identidad a los mandos. Del Tocado y Hundido de Melendi al Desde que Estamos Juntos. 

Pero con el Hollín, Óxido y Hambre como lema. En ese orden.

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