Álvaro, Gerard y el problema de las áreas.

Gerard Moreno y Álvaro Morata (Kiko Huesca - Kiko Huesca / EFE)
    

Sigue sin despejarse el camino para la Selección de Luis Enrique, más criticado, si cabe, tras este nuevo revés en forma de empate ante la Polonia de Lewandowski. 

El marcador a tablas ante Suecia no dejó a nadie indiferente, y dio paso a una semana dura con Álvaro Morata como gran señalado. Una semana donde existió cierto consenso entre periodistas, analistas y demás seguidores de la Roja en identificar la falta de gol como el gran factor presente en el "debe" de la Selección. 

Sin embargo, en medio de la (cuasi)cacería social al "7" de la Selección -qué gran idea, la de iniciar un ataque furibundo hacia el delantero titular del equipo tras fallar una ocasión clara en lo que, además, fue un muy buen partido por su parte- y el debate nacional surgido a raíz de la acuciante falta de contundencia frente a la portería rival, se pasó por alto otro factor alarmante que dejó entrever el partido ante el combinado sueco. 

Y es que la pareja de centrales Laporte - Pau sufrió en la mayoría de ocasiones a la hora de defender, en fase de transición defensiva, los contragolpes dirigidos por Alexander Isak. De hecho, hubo de aparecer Llorente debajo de los palos para salvar un gol cantado de Isak. Sumado, ello, a la errada definición de Marcus Berg tras otro contraataque que a punto estuvo de materializarse en gol. Pero no fueron los dos únicos acontecimientos que pusieron en jaque la defensa de Luis Enrique, que parecía, sobre todo en la figura de Pau, flaquear por momentos. Marcos Llorente y el desacierto sueco dejaron prácticamente en el olvido la falta de contundencia en el área propia. Ahora, una vez disputado el encuentro de ayer noche, ya podemos afirmar que el problema de Luis Enrique se define como de contundencia en las dos áreas: falta de gol (de definición) y flaqueza defensiva. 

España saltó a La Cartuja con la misma idea que en el debut una semana antes. Tras unos primeros minutos de acomodamiento, con una brava Polonia, dio comienzo el dominio del partido por parte del conjunto español, situado en campo contrario con una Polonia ya más replegada. Los de 'Lucho' movían el esférico de lado a lado, tratando de encontrar movilidad en los de dentro y con un Gerard Moreno (la única y gran novedad, en detrimento de Ferran) muy activo; partiendo desde banda izquierda pero con movilidad en zonas interiores, el hábitat natural del catalán. Álvaro Morata, con ganas de resarcirse, bajaba a ofrecer soluciones de espaldas, con la idea de dejar de cara o abrir a banda para rápidamente ocupar zona de remate. 

El peligro llegaba, sobre todo, por la banda Llorente - Koke - Gerard. El entrenador español introducía, al igual que una semana antes, matices tácticos para que Marcos pudiese ocupar zonas de peligro; pues la nueva inclusión en el once como lateral, con el capitán del Chelsea y campeón de Europa en el banquillo, era por sí sola indescifrable. Renunciar al potencial ofensivo de un hombre que ha alcanzado esta temporada los 13 goles y 12 asistencias a las órdenes de Simeone es uno de los varios frentes abiertos que tiene el seleccionador. 

Así, como decía, podíamos observar ciertas variantes tácticas orientadas a potenciar la figura de Llorente, con un Koke que lateralizaba su posición para permitir que su compañero en el Atlético ganase altura y atacase la profundidad; mientras Gerard fijaba en banda para dar amplitud por fuera y que Marcos pudiese hacer daño por el interior derecho. En la otra banda (menos protagonista) también veíamos, aunque en menor medida, a un Pedri que lateraliza mientras Alba ganaba todo el carril y Dani Olmo aparecía en posiciones interiores. 

De hecho, la inteligencia de Olmo, aunque intermitente, le permitía recibir más entre líneas, habida cuenta de los espacios que los interiores polacos dejaban a su espalda cada vez que saltaban en la presión al receptor. Así, Olmo recibía entre líneas con opción de girar a la selección polaca. Algo que Gerard, más pegado a banda (dentro, también, del matiz táctico orientado a potenciar a Llorente) y decidido a intentar diagonales hacia dentro con balón, no acertó a leer igual de bien. 

Y así, en una diagonal de Gerard Moreno, llegó el primer gol español, con Álvaro Morata remachando abajo y a un lado el centro-chut de su compañero en la delantera. Eso sí, hizo falta la revisión y posterior confirmación del VAR para dar validez al primer tanto del jugador de la Juve en la competición. Álvaro, una vez validado, se dirigía hacia el banquillo para fundirse en un intenso abrazo con Luis Enrique, su gran defensor y principal valedor en una semana difícil. Difícil para ambos, vaya. 

Una vez anotado el primero y con la afición de La Cartuja enganchada, los locales continuaban con la idea de dominar a través del balón. Tanto que, por momentos, incluso resultaba algo desesperante, con un uso abusivo de pases horizontales o de seguridad, renunciando a correr cuando existía espacio y oportunidad para hacerlo. Por momentos, el equipo parecía falto de mordiente, verticalidad. Haciendo buenas las famosas palabras de Klopp: "Wenger ama tener el balón y hacer muchos pases. Es una orquesta, pero con una melodía silenciosa. A mi me gusta el Heavy Metal". Quizás se eche en falta un poco de Heavy Metal en esta Selección, en detrimento de un fútbol que, por momentos, se aproxima a una partida de ajedrez. 

Pero pronto quedaría patente la falta de contundencia de los de Luis Enrique. Primero en área propia, cuando una pérdida tonta de Jordi Alba en salida de balón derivaba en un zapatazo desde fuera del área de Swiderski (ante una retaguardia contemplativa) que se estrellaba en el palo. En el rechace, Lewandowski se topaba con la mano salvadora de Unai Simón para evitar el gol. Pero minutos después, la falta de contundencia se plasmaba en área rival, con un Gerard Moreno que remataba al lateral de la red un gran pase de Jordi Alba. Oportunidad clarísima al limbo. 

Y esta fue la tónica de la segunda mitad. La responsabilidad en el gol de Lewandowski, tras una contra fácil de los polacos, prácticamente sin obstáculos, sería mayormente para Laporte, al perder la posición y el duelo con el polaco de una manera tan sencilla como pasmosa, todavía más conociendo la potente envergadura del central. También podía haber intentado salir Unai Simón, en lugar de optar por quedarse debajo de los palos. Sea como fuere, los de Paulo Sousa obtenían la igualada aprovechándose de una defensa blanda, endeble. Que ya había dejado visos de su debilidad en el anterior partido y que en éste terminó por confirmarlo. 

El fútbol se basa en dominar las áreas, en tener contundencia en ambas. Y esta Selección muestra a gritos que, pese al "fútbol control" y los muchos pases por partido, no domina estos dos aspectos esenciales. Ni es contundente en área propia, ni en área rival. El penalti al palo de Gerard y el posterior fallo a puerta vacía de Morata -claro que con el balón escupido con fuerza de la madera y en una posición no muy estética ni apropiada para el golpeo- corroboran lo anteriormente comentado. 

Tampoco acertó Lucho con los cambios. Ferrán, Sarabia... discretos y desacertados. Un poco de Fabián y un Oyarzábal que a penas contó con minutos para mostrar su repertorio. Tuvo Sarabia la oportunidad de anotar la ventaja, pero decidió cederle la suerte a Morata, que se veía en la situación de definir desde el suelo y con el portero ya encima. Así, la última oportunidad de ponerse por delante se estrellaba en el cuerpo del meta rival. Cabe mencionar, también, cómo los datos sitúan a España como la tercera selección, tras Alemania y Finlandia, que menos regatea en esta Eurocopa. Y eso, sabiendo del plan defensivo, reactivo y con el bloque totalmente replegado que se está encontrando en sus rivales, es preocupante. Pues ante defensas cerradas el desborde y la creatividad son más que necesarios.  

Así es el fútbol. De la reivindicación, a la amargura. Gerard y Álvaro; Álvaro y Gerard. Complementarios, no sustitutivos. Posiblemente los dos mejores sobre el terreno de juego. Los dos que más lo intentaron, que más bemoles le echaron: el primero realizando un trabajo sensacional en la presión, cuerpeando y saliendo ganador de todos los choques con los centrales rivales; fijando, arrastrando, generando espacios... y descargando de espaldas para el avance de la jugada. El segundo, aportando mordiente, chispa y desborde partiendo desde banda izquierda. Álvaro tuvo tres claras: la primera fue para dentro y las otras dos oportunidades (la primera más clara que la segunda) se perdieron. Gerard, pese al gran partido realizado, estrelló una en el lateral de la red y otra en la madera. 

Pero no es momento de señalar; ni mucho menos de iniciar una suerte de persecución hacia los jugadores de la Selección. Tampoco de tratar distintamente - ya no culpar- a Morata, el comodín de los "haters", de los fallos que son responsabilidad ajena. No es un delantero top, no es un crack. Eso es de sobra sabido. Pero que se debe única y exclusivamente a su definición frente al portero, también. Está claro que volver a la espiral y buscar responsabilidades únicamente en la figura del madrileño, más aún visto el desempeño de las demás piezas del sistema, sería poco menos que una injusticia. La cosa no marcha bien, demasiados baches en el camino.

En definitiva, el mal de la Selección: la falta de definición frente al portero y la flaqueza ante la delantera rival, son claros y están más que señalados. Eslovaquia, la cual a priori saltará al verde con un planteamiento calcado al de Suecia o Polonia, será la prueba de fuego. Pero para ello, habrá que confiar en lo que hay. Las comparaciones con generaciones pasadas son odiosas. Puede que no sean los héroes que merecemos, pero sí los que hay y, desde luego, los que necesitamos. Para Eslovaquia: Álvaro, Gerard y nueve más. 

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